Todos nos sentimos dioses en ocasiones,
por cosas insignificantes,
por cosas memorables que recordar,
es bueno sentirse así.
Yo me siento una pequeña diosa cada día que me levanto y miro lo que he creado,
con la ayuda de un hombre dos niños maravillosos
con la ayuda de un arquitecto y unos operarios y mis órdenes edificios humildes y no tan humildes....
En ocasiones nos sentimos hormigas,
tan solo por observar,
es bueno sentirse así.
Yo me siento una insignificante hormiga,
cuando admiro las magestuosas catedrales, las pirámides de Egipto y otras edificaciones realizadas por los hombres a lo largo de la historia,
cuando observo la belleza de las montañas y su naturaleza desde un gran cortado o desde la propia cima,
cuando absorta me quedo frente un acantilado viendo volar las gaviotas
y cuando el único ruido que perturba la paz es el sonar del mar y el latido de mi corazón, que palpita por lo pequeña que me siento y a la vez magestuosa por pertenecer a tan gran inmensidad
Con vuestra ayuda Aprendiendo a expresar esos sentimientos que nos pasan por la cabeza de forma fugaz y dejar de vez en cuando volar mi imaginación, contando alguna fantasía no vivida
martes, 14 de junio de 2011
Soñe que ....
Soñé que era una suave brisa que bajaba de las montañas con grácil aroma a pino y flores silvestres,
soñé que te rodeaba, que te acariciaba toda la piel tan tenuemente que te hacía estremecer,
soñé que esa brisa llegaba a la orilla del acantilado y se fundía con la brisa marina generando un aroma especial inolvidable que grabado se quedó en nuestra memoria.
Al despertar todavía sentía esa sensación de fragilidad y poder de una brisa, de un aroma.
Te miraba como dormías y percibí que tú también soñabas en algo hermoso y especial.
Despertaste y me esbozaste una sonrisa plácida llena de ternura, indicándome que mi sueño era tu sueño que esa brisa mariana que se fundía eras tú que me besabas.
Y en ese momento mi sueño, nuestro sueño, se hizo realidad, nos fundimos en uno.
soñé que te rodeaba, que te acariciaba toda la piel tan tenuemente que te hacía estremecer,
soñé que esa brisa llegaba a la orilla del acantilado y se fundía con la brisa marina generando un aroma especial inolvidable que grabado se quedó en nuestra memoria.
Al despertar todavía sentía esa sensación de fragilidad y poder de una brisa, de un aroma.
Te miraba como dormías y percibí que tú también soñabas en algo hermoso y especial.
Despertaste y me esbozaste una sonrisa plácida llena de ternura, indicándome que mi sueño era tu sueño que esa brisa mariana que se fundía eras tú que me besabas.
Y en ese momento mi sueño, nuestro sueño, se hizo realidad, nos fundimos en uno.
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